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El gremio de Camioneros liderado por los Moyano en las próximas semanas hará un pedido de aumento del 45% .

La estimación de Guzmán sobre la inflación para este año quedó virtualmente descartada luego de la escalada de precios registrada en los últimos tres meses, sobre lo que el propio Gobierno tomó nota permitiendo paritarias superiores al 29%, incluso hasta en aquellas donde es el empleador como la de los estatales nacionales, que firmaron un 35%, aunque dependiendo de algunos ítems del convenio se llegaría en algunos casos al 40%.

El 15 de abril el sindicato de metalúrgicos de la UOM acordó un aumento salarial del 35,2%; el 20 de abril, el gremio de la construcción de la UOCRA firmó una suba del 35,8%, mientras que unos días después el mayor sindicato del país, el de empleados de Comercio, selló una actualización del 32%.

Luego siguieron con aumentos similares los gremios de Obras Sanitarias (32%); estatales nacionales (35%); colectiveros de la UTA (37%); ferroviarios (37,5%) empleados plásticos (36%); docentes nacionales (34,6%); universitarios docentes y no docentes (35%); petroleros (35%); estacioneros y empleados de garajes (34%); encargados de edificio (32%) y trabajadores de la carne (30%).

El promedio de ajustes salariales firmados hasta abril pasado se ubicó en 32,7% anual, mientras que los decididos en mayo treparon al 36,6%, según un estudio de la consultora Synopsis.

En casi todos los casos, las paritarias se acordaron con la inclusión de una (en algunos casos dos) instancia de revisión, ya que los sindicalistas perciben que lo que firmaron seguramente también será sobrepasado por la inflación de este año, que para la mayoría de las consultoras privadas será mayor al 42%.

No obstante, la postura de los gremios, que en su mayoría manifiestan su respaldo a la gestión de Alberto Fernández, es deslizar sin estridencias su preocupación por la fuerte suba de la inflación que se viene registrando y tratar de que en las instancias de revisión se logre equiparar los puntos perdidos frente al alza de precios.

Volvemos a ratificar la posibilidad de pelear en mesa de paritarias y tal como dijo el presidente (Alberto Fernández), sea cual sea la inflación, cerrar este año por encima de dos o tres puntos de lo que la inflación sea en 2021″, se esperanzó este martes el secretario de Prensa de la CGT, Jorge Sola, tras finalizar una reunión que la plana mayor de la central obrera mantuvo «a agenda abierta» con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y otros funcionarios.

En este marco, días atrás trascendió que el sindicato de Camioneros de Hugo y Pablo Moyano buscará ser el sindicato que cierre la mayor cifra de aumento salarial, que debe leerse más como un mensaje hacia sus rivales dentro la dirigencia de la CGT en un año de elecciones en la central (tener la mejor paritaria de todas), que un desafío al Gobierno con el que mantiene una estrecha relación.

Este gremio pedirá un 45% de suba salarial, mientras que los Bancarios que lidera Sergio Palazzo había sido uno de los primeros en firmar su paritaria (del 29%, en línea con la estimación de Guzmán), pero en los últimos días anunciaron que reclamarán que se adelante a junio la suba de agosto prevista en el acuerdo, debido a que ya quedó desactualizado con la inflación.

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Jornada Institucional en San Juan: un día sin clases para mejorar la educación

El próximo martes, los alumnos de todos los niveles y modalidades del sistema educativo de San Juan no tendrán clases, ya que los docentes participarán en una Jornada Institucional del programa «Comprendo y Aprendo», enfocada en mejorar las habilidades de lectura, comprensión y escritura en la materia Lengua.

La implementación de este programa se da después de conocerse los datos de las pruebas Aprender, que mostraron falencias en la materia Lengua. El programa busca abordar estas debilidades y mejorar la calidad educativa en la provincia.

La decisión de suspender las clases el próximo martes para llevar adelante estas actividades es un paso importante para mejorar la educación. La capacitación de los docentes en el programa «Comprendo y Aprendo» puede ser una herramienta valiosa para comprender y mejorar las habilidades de los estudiantes.

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Segundo día de paro docente en las universidades del país

Los docentes universitarios continúan su plan de acción gremial en reclamo de la inmediata apertura de la paritaria salarial, clausurada por el gobierno nacional desde octubre de 2024. La medida de fuerza se da en un contexto de atraso salarial y alta inflación que afecta directamente el poder adquisitivo de los educadores.

La segunda jornada de paro en las universidades nacionales se desarrolla de manera contundente, con movilizaciones y clases públicas que visibilizan la crisis que atraviesan las instituciones educativas. Los docentes universitarios, nucleados en CONADU y CONADU Histórica, reclaman un aumento salarial que les permita recuperar el poder adquisitivo perdido debido a la creciente inflación.

La situación es alarmante, ya que los salarios docentes han sufrido un deterioro significativo desde la asunción del gobierno actual. Según datos oficiales, la inflación acumulada desde diciembre de 2023 supera el 197%, mientras que la actualización salarial para los docentes universitarios fue del 68% al 86%, según el cargo. Esto ha generado una brecha salarial importante que afecta directamente la economía de los educadores.

La lucha docente no es solo un reclamo salarial, sino también una defensa de la universidad pública y la educación como derecho fundamental. Los docentes universitarios no solo enseñan, sino que también investigan y producen conocimiento que beneficia a la sociedad en su conjunto. Sin embargo, la falta de inversión en educación y la precarización de las condiciones laborales de los docentes ponen en riesgo la calidad de la educación y la producción científica.

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El Papa Francisco y los trabajadores: Un legado de justicia y solidaridad

Desde su entronización en 2013, Jorge Mario Bergoglio –ese cura villero que llegó a ser Francisco, el primer Papa latinoamericano– demostró una empatía visceral por los postergados del mundo. Pero más allá de gestos simbólicos y frases de ocasión, su compromiso con los trabajadores no fue superficial ni oportunista: fue una toma de partido concreta, sostenida y argumentada, que lo convirtió en una figura incómoda para los poderes económicos globales y en un faro para sindicatos, movimientos populares y militantes de la justicia social.

Francisco no solo legitimó la lucha sindical: la reivindicó como misión ética. “No hay trabajadores libres sin sindicato”, afirmaba con contundencia, dejando al desnudo las falacias de quienes, desde modelos tecnocráticos o lógicas empresariales voraces, intentan diluir los lazos de solidaridad obrera en nombre de una supuesta modernización.

Lejos de una mirada corporativista o autocomplaciente, su visión del sindicalismo siempre fue dialógica y crítica. Supo advertir –como lo hizo en su célebre carta de 2017– sobre los peligros del “individualismo colectivista”: aquella trampa en la que algunas organizaciones caen al defender solo a los propios, sin abrazar la causa de los excluidos. Para Francisco, la justicia social no era patrimonio de una clase sino una ética transversal que debía abarcar a todos los marginados del sistema.

Una voz del Vaticano que no bajaba línea: tejía comunidad

A diferencia de otros pontificados más volcados al ceremonial o a la doctrina, Francisco se propuso entretejer un relato profundamente humanista en torno al trabajo. Lo entendía no solo como medio de subsistencia, sino como una práctica que estructura vínculos, forja identidad y edifica ciudadanía. Así lo expresó ante miles de delegados sindicales en Italia, donde reivindicó la centralidad del trabajo como motor de democracia real, aquella que nace de las fábricas, los campos, las aulas y las oficinas, no de las élites ni de los escritorios ministeriales.

Ese mensaje también resonó fuerte en la Argentina, donde la CGT y otras organizaciones sindicales encontraron en Francisco una suerte de escudo moral en tiempos de precarización, flexibilización y discursos antiobreros. Su recepción de comitivas gremiales en el Vaticano –como aquella de septiembre del año pasado– no fue un simple acto protocolar: fue un respaldo político y espiritual. En cada encuentro, se tejía una alianza entre fe, conciencia de clase y construcción de comunidad.

Legado y desafío: entre la mística obrera y la ética del cuidado

La muerte del Papa Francisco deja una herencia densa. No se trata de una serie de citas inspiradoras, sino de una praxis pastoral y política que interpela tanto a la Iglesia como al mundo del trabajo. Su insistencia en formar a los trabajadores, en promover la fraternidad entre ellos, en oponerse a la lógica de descarte propia del capitalismo neoliberal, abre un horizonte que va más allá de su figura.

En su encíclica Laudato si’, denunció con lucidez la tecnocracia deshumanizante que transforma a las personas en engranajes descartables. “Renunciar a invertir en las personas para obtener un mayor beneficio inmediato es un mal negocio para la sociedad”, advirtió. Hoy esa frase resuena como testamento y como advertencia.

El desafío para los sindicatos y para los trabajadores es doble: honrar su legado sin convertirlo en un fetiche, y retomar su llamado a una solidaridad que trascienda las fronteras de lo gremial para abrazar a los nadies del mundo. Francisco supo que el trabajo dignifica cuando no aliena, cuando no explota, cuando no aplasta la subjetividad. Su mensaje final no fue un dogma, sino una hoja de ruta: “Hagan justicia juntos, pero en solidaridad con todos los marginados”.

Francisco no fue un pontífice de fórmulas conservadoras ni de discursos vacíos. Fue, sobre todo, un militante de la justicia social desde el Evangelio, un defensor del trabajo como acto de amor al prójimo y de afirmación personal. Su vínculo con el sindicalismo argentino no se limitó a la retórica: fue compañía real, abrazo en la lucha, voz de aliento en la adversidad.

En tiempos donde el mercado intenta suplantar a la política y la ganancia busca eclipsar la dignidad, su palabra adquiere aún más valor. La figura del “Papa de los trabajadores” trasciende su muerte. Su legado queda sembrado como semilla en el surco del mundo obrero. Será tarea de los vivos –sindicatos, movimientos populares, comunidades de fe– recoger esa semilla y hacerla crecer. Porque como él bien supo, sin justicia social no hay paz posible. Y sin trabajo digno, no hay humanidad.

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