En un contexto económico cada vez más adverso, los datos publicados por el INDEC revelan una realidad alarmante: en diciembre de 2024, una familia tipo necesitó $1.024.435 para no ser considerada pobre. Esta cifra es un recordatorio contundente de la presión constante que sufren los trabajadores y trabajadoras argentinos.

La suba de la canasta básica en diciembre fue del 2,3%, ligeramente por debajo de la inflación mensual del 2,7%. Sin embargo, el aumento acumulado en el año llegó al 106,6%, lo que refleja el impacto sostenido sobre los hogares argentinos. La inflación, que cerró el año con un récord del 117,8%, ha llevado a una pérdida del poder adquisitivo para los trabajadores, quienes ven cómo su calidad de vida se deteriora.

La situación es aún más crítica cuando se considera que el rubro de Alimentos y bebidas no alcohólicas, esencial para las familias trabajadoras, aumentó un 2,2% en diciembre. Esto ha llevado a que los trabajadores deban hacer malabares para llegar a fin de mes, y ha generado un desafío inmediato para los hogares más vulnerables.

La pobreza y la indigencia, en cifras alarmantes, continúan subiendo, poniendo en jaque a millones de familias. Los números son devastadores; detrás de cada porcentaje hay personas que no pueden pagar el alquiler o llenar la heladera. Es hora de que el Gobierno tome medidas urgentes para revertir esta situación y proteger a los más vulnerables.