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La actividad metalúrgica registró una caída del 7,3% en mayo con respecto al mismo mes de 2018, cuando había verificado una baja de 1,1 por ciento en relación al año 2017. De esta manera se acumula en los últimos dos años un descenso de la actividad del 8,3%.


El retroceso también se ve reflejado en el empleo ya que “cerca de la mitad de los empresarios encuestados indicó que había reducido su plantilla de personal en relación al mismo período del año anterior” y que “estos datos revelan el continuo deterioro en el nivel de empleo, dado que en lo que va del año, la proporción de respuestas que indican la reducción de planta con respecto al año anterior viene resultando muy elevada (50 por ciento en el primer trimestre, 46 por ciento en abril y 49 en mayo)”, reveló el informe.

Los datos surgen del Boletín de Actividad mensual de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (Adimra), donde además señalan que los porcentajes de “disminución de personal” siempre estuvieron por encima de los indicadores de “aumento de personal”.

Al mismo tiempo, revelaron que “el 36 por ciento de los empresarios consultados indicaron que, durante los cinco primeros meses del año, redujeron las horas extras” y también agregaron que “un 29 por ciento prevé una caída en su producción en los tres meses siguientes al de la encuesta (junio, julio y agosto), mientras que el 22 por ciento espera una mejora”.

Por otra parte, en relación a la evolución del empleo, en la encuesta anterior (abril) casi un 30% de los empresarios aseguró esperar una caída del personal en el corto plazo contra apenas un 13% que esperaba un crecimiento. “El porcentaje de los que responden que mantendrán sin cambios su planta, pasó del 70 al 60 por ciento entre ambos meses”, explicaron.

Los tres rubros que tuvieron una performance mejor que el promedio del sector fueron Equipamiento médico, con una caída del 3,6 por ciento; Otros productos de metal, que subió su producción 1,5 por ciento, y Maquinaria agrícola, con un aumento del 3,8 por ciento

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Gobierno de San Juan y gremios docentes lograron llegar a un acuerdo

En un giro significativo en las negociaciones salariales, los gremios docentes UDA, UDAP y AMET lograron ponerse de acuerdo con el Estado Provincial, poniendo fin a la incertidumbre que rodeaba la conciliación obligatoria dictada por la Secretaría de Trabajo. Este entendimiento representa un avance sustancial en la búsqueda de mejores condiciones laborales y salariales para los docentes de la provincia.

El convenio alcanzado implica un incremento de 10 puntos en el nomenclador docente a partir del salario de marzo 2025, que será liquidado junto con el salario de abril. Esta medida tendrá un impacto directo en la remuneración de los docentes, mejorando su poder adquisitivo y reconociendo su valiosa contribución a la educación.

La secretaria general de UDAP, Patricia Quiroga, destacó que el acuerdo es un paso importante para salir de la coyuntura actual y mejorar las condiciones salariales de los docentes. «La docencia sanjuanina se expresó y dijo basta, y en el día de ayer hemos tenido un importante acatamiento al paro», expresó Quiroga, subrayando la unidad y determinación de los docentes en la lucha por sus derechos.

El representante de AMET, Daniel Quiroga, coincidió en que el acuerdo es beneficioso para los docentes y destacó que el incremento en el nomenclador docente tendrá un efecto positivo. «Estos diez puntos van a impactar mucho porque, más en el mes de marzo que lo vamos a cobrar con el mes de abril y con el incremento del mes de abril», detalló Quiroga.

El acuerdo alcanzado entre el Gobierno y los gremios docentes es un paso en la dirección correcta, pero es importante tener en cuenta que la inflación de marzo conocida recientemente del 3,7% afectará al salario. Por lo tanto, será fundamental la próxima mesa de negociación paritaria a realizarse el martes 15 de abril a las 16:30 horas para discutir los sueldos del mes en curso y otros temas relevantes.

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Conflicto en el sector público: ATE y UPCN en disputa por la propuesta salarial

La Asociación Trabajadores del Estado (ATE) rechazó la propuesta salarial del Gobierno nacional, que contempla aumentos acumulativos del 1,3% para marzo, abril y mayo, más un bono no remunerativo de $45.000 a cobrar en junio. El secretario general de ATE, Rodolfo Aguiar, calificó la oferta como «una vergüenza» y advirtió que «se sigue firmando el 1% mensual como si fuera digno, y no lo es».

El conflicto en el sector público se intensifica debido a la política salarial del Gobierno, que ha generado una fuerte crítica por parte de ATE. Según Aguiar, «este Gobierno ha destrozado los ingresos en el sector público» y «ha decidido compensar el costo fiscal que implica bajarle los impuestos a los ricos». La propuesta salarial ofrecida por el Gobierno implica un aumento acumulado de apenas el 20,8% en el período junio 2024 – mayo 2025, mientras que la inflación ya superó el 32,6% en ese lapso.

La situación es particularmente grave para los trabajadores estatales, cuyos ingresos ya no alcanzan para garantizar una vivienda digna, alimentación y vestimenta. Aguiar denunció que «terminan de aniquilar el derecho a una retribución justa» y que «desde la paritaria estatal se ejerce violencia».

La disputa entre ATE y el Gobierno se centra en la política salarial y la forma en que se están llevando a cabo las negociaciones paritarias. Mientras que ATE reclama aumentos salariales que superen la inflación, el Gobierno insiste en mantener su política de ajuste fiscal.

La posición de UPCN, el otro gremio que participa de la paritaria, consiguió fuertes críticas por parte de ATE. Aguiar acusó a UPCN de «prestarle la motosierra a un gremialista para poder arruinarnos» y consideró que «debería estar prohibido por ley firmar aumentos por debajo de la inflación».

La pugna en el sector público se encuentra en un punto crítico, con ATE rechazando la propuesta salarial del Gobierno y UPCN aceptándola. La situación puede escalar aún más si no se llega a un acuerdo satisfactorio para los trabajadores estatales. La convocatoria del Secretariado Ampliado de ATE para analizar el plan de acción sugiere que el conflicto puede continuar en las próximas semanas.

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La CGT celebró la adhesión al paro general y lo consideró «un éxito rotundo»


La central obrera sostuvo una jornada de protesta de 36 horas con amplia adhesión nacional, en una señal de rechazo frontal a las políticas de ajuste económico del Gobierno nacional. sectores clave de la producción se detuvieron, y la legitimidad del reclamo retumba en un clima social cada vez más complejo.

En una postal que recuerda los momentos más álgidos de la historia sindical argentina, la Confederación General del Trabajo (CGT) encabezó una contundente protesta contra el Gobierno de Javier Milei, describiéndola sin ambages como “un éxito rotundo”. La medida, que incluyó una movilización y un paro general de 36 horas, logró una paralización notable en áreas neurálgicas de la economía, desde la industria hasta el transporte, pasando por la energía y los servicios públicos. El epicentro simbólico de esta jornada fue Vaca Muerta, eje estratégico de la política energética, donde las actividades se vieron interrumpidas.

“Hoy paramos el país”, sentenció Héctor Daer, uno de los triunviros que conducen la CGT, en una conferencia de prensa en la que, acompañado por Carlos Acuña y Octavio Arguello, reafirmó la voluntad del movimiento obrero de ejercer presión contra lo que califican como una política de empobrecimiento sistemático.

La medida de fuerza, en su tercera edición desde el inicio de la gestión libertaria, encuentra su justificación en un deterioro veloz del poder adquisitivo, una inflación persistente que devora los ingresos y una retracción del consumo que golpea a los sectores más vulnerables. Andrés Rodríguez, también dirigente de peso en la central obrera, sintetizó el hartazgo: “La gente no llega a fin de mes. Es un grito de angustia”.

Lejos de ser un episodio aislado, el paro se inscribe en una dinámica creciente de confrontación entre el Gobierno y el tejido sindical. El Ejecutivo nacional no solo desoyó las advertencias de los gremios, sino que respondió con una campaña mediática hostil, que incluyó la utilización de altoparlantes en la vía pública para desincentivar la protesta. Daer no dudó en equiparar esa estrategia con prácticas de gobiernos autoritarios, afirmando que “fue un mecanismo oscuro que se usó cuando la democracia se había perdido”.

En paralelo, el paro impactó en la vida cotidiana: bancos cerrados, recolección de residuos suspendida en la Capital, transporte reducido y escuelas con asistencia dispar. Aunque la Unión Tranviarios Automotor (UTA) no adhirió debido a la conciliación obligatoria, la visibilidad del paro fue irrefutable en los centros urbanos y zonas industriales.

En el trasfondo de esta jornada subyace una disputa ideológica de gran envergadura. El Gobierno de Milei avanza con una agenda económica de tinte ortodoxo, basada en la reducción drástica del gasto público y la desregulación del mercado laboral, mientras que el movimiento sindical defiende un modelo que garantice derechos adquiridos y frene lo que perciben como un proceso de demolición del Estado social.

El paro general encabezado por la CGT no solo constituyó un hecho sindical relevante, sino que se erigió como un termómetro político del clima social. Más allá de la contundencia de la adhesión, lo que está en juego es una disputa de fondo: la concepción misma de país. Mientras Milei apuesta por un cambio radical de paradigma, la CGT se planta como dique de contención, convocando a la memoria colectiva de un pueblo que conoce los costos del ajuste extremo. La incógnita es cuánto margen queda para el diálogo y si alguna de las partes está dispuesta a retroceder un paso antes de que la calle hable aún más fuerte.

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